¿Has deseado recibir algún tipo de señal futura respecto a una situación confusa? ¿Has querido tener claridad al momento de tomar una decisión? La meditación de los 33 segundos tiene la gran belleza de dar respuestas y de paso, enseñarnos el camino de la aceptación radical. Amar lo que es, tal cual se presenta. La aprendí recientemente en un viaje a México. Una herramienta precisa para este tiempo de transición, en donde la incertidumbre parece ser nuestra fiel compañera.
La primera vez recibí respuesta a través de una conversación directa y definitiva. Una conversación que había evitado de la misma forma en que he evitado ponerme ante la cámara: diciéndome que no estoy lista. La segunda, fue más como una señal de tránsito o indicación en el camino: “es por aquí”, “gira a la izquierda”. Las respuestas son tan diversas como las preguntas. Pueden llegar en la forma de una canción, de un sueño, en la reaparición de una persona después de muchos años o de un objeto que creías perdido. Pueden incluso darse a través de un post en Instagram que te pone la piel de gallina. Reconoces el mensaje. Es para ti.
Algo clave en mi experiencia es que además de las respuestas recibí, en cada ocasión, el maravilloso regalo de mi atenta presencia. Me explico: Fue tal la sorpresa al ver que la conversación y la resolución se me estaban presentando, (menos de una semana había pasado desde la meditación) que pude experimen tar cierta distancia frente a mis propias emociones y expectativas. En lugar de sentir miedo sentí calma. Viví la escena desde adentro y desde afuera al mismo tiempo. Mi observadora estaba activa gracias a la sorpresa: esto realmente está pasando, la meditación funciona, y esta respuesta, aunque no es la que quisiera, me libera. La recibí a manos llenas, con el corazón abierto. Sin pesar.
Puede que la resolución más que ser definitiva y cerrar un limbo, abra un camino. En otra ocasión la respuesta a mi pregunta llegó en forma de propuesta: hacer algunos videos cortos de kundalini yoga para un proyecto piloto de la 3HO. ¿Me sentía lista, segura, confiada? No. ¿Acepté? Si. Ya estaba dando clases por zoom. Ya estaba poniéndome frente a cámara. Y aunque no es lo mismo, pues no es fácil verme en la imagen, equivocarme, repetir, editarme… puffff. Voy paso a paso, perdiendo el miedo y transformando mis voces internas para que en lugar de sabotearme, me sostiengan. Es largo el camino. He de disfrutarlo.
Gracias 2020. Qué gran año lleno de retos y aprendizajes. Escribo este texto y apenas llega junio. Gracias meditación de los 33 segundos. Gracias México. No me la quedo, la comparto. También comparto (estas y otras meditaciones) a través de una charla corta que he nombrado: Del ser Oculto al Niño interno. La compartiré más de una vez, pues esto es puro entrenamiento. Poco a poco, como una cabra que sube la montaña hasta la cima. Gracias eclipses en capricornio.
Gracias a tí por leerme. Que recibas respuesta con esta meditación y actúes en consecuencia.
Imágenes y palabras: Crista.