Actúa como un rayo en este 2020. Es más que un año lo que comienza, más que una década. Es un camino que no admite regresos. Actúa con la determinación de un rayo que busca la Tierra y descarga información. Eso transmiten las conversaciones con Ximena Mejía, creadora de Ecojardín Medicinal.
Toca las plantas, las resinas, las cortezas. Las huele. Les conversa. Les pregunta a su manera lo que traen con ellas. Su servicio. Enciende el fogón y llena las ollas de agua. En el mortero de piedra hay coca, tabaco y cacao. Sobre la mesa tela para el emplasto, cúrcuma en polvo, quinua. Sin tanta duda. Pidiendo permiso ante todo a las plantas. Desde la semilla hablan con su esencia. Se entregan con bendiciones a quien las ama, las cuida, les habla. Siempre responden.
¿Qué te dice el cidrón? ¿Qué te dice el olor de la limonaria? ¿Te calma? ¿Te refresca? ¿Te activa? ¿Te relaja? ¿Qué te dice la venturosa? De la misma manera en que vibras con las personas o no, sin importar las razones, ¿vibras con unas plantas más que con otras? Relacionarse es el arte de preguntar y escuchar. En apertura, lo que necesitas siempre llega. Importante entonces la confianza en la sabiduría interna. Escuchar al propio cuerpo: vehículo, territorio, templo y campo de juego. En este hacerse caso y darse permiso, Ximena crea, reparte pistas de una memoria viva, mientras envuelve menjunjes en su espacio del barrio San Fernando.
Con más amor que miedo. Con todo y todo. Con 2020. Con todo y subconsciente. Sólo así se hace el camino entre caminos. Quien se entrega a su propósito hace brillar su talento pues esconderse no le sirve a nadie. Esconderse también es ego. Ximena habla de la enfermedad como la pérdida del placer, del goce. Nuestros dones, privilegios y talentos son la llave, el gran regalo. Ponerlos al servicio abre la puerta a nuestra propia sanación.
Cuando a cada rato es lunes pues lo que hacemos no nos eleva ni nos despierta. Cuando estamos tan adormecidos que olvidamos que el viaje comenzó hace rato y tal vez nos queda la mitad, o menos. La enfermedad o la tristeza encienden las alarmas y nos recuerdan que lo cotidiano es el gran viaje. La epopeya es conocerse y aceptarse bien profundo.
Pensamiento, palabra y acción. Trinidad sagrada para lo que viene. Y como me dijo una voz en mi cabeza hace unos años: «Hágale con confianza». Esa es la fuerza. Todo florece cuando es cultivado con paciencia y presencia. A Ximena agradezco su tiempo y comunicación directa.
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Palabras e imágenes: Crista Castellanos