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Hoy en día podemos encontrar profesores de yoga por todas partes. En apenas 200 horas, cualquiera puede ser un profesor de yoga. Y tal vez ese es el problema actualmente.
El ego manda cada vez que nos autoproclamamos profesores. Liberémonos. Regresemos a la categoría de estudiantes durante nuestra propia clase. Compartamos nuestra práctica.
¿Qué te genera esa postura? ¡Comparte eso! ¡Comparte tu práctica! ¿No la haces perfectamente? ¡Comparte eso! ¡Comparte también tus imperfecciones! ¿No alcanzas a tocar los dedos de tu pies? ¡Comparte eso! ¿No logras todavía pararte en la cabeza? ¡Comparte eso! ¿Te tomó meses, semanas, años llegar a cierta asana, conectar con algún tipo de meditación, pranayama? ¡Compártelo!
Ofréceles tu atención y no esperes que ellos sepan lo que sucede en tu mente o sobre tu mat. Usa tus palabras y muestra la asana si hay que mostrarla, pero no exhibas tu practica, compártela simplemente. Y para poder compartir tu práctica personal, de hecho, debes tener una.
¡Profesores de yoga por favor, por amor al yoga, paren de enseñar!
Hoy en día podemos encontrar profesores de yoga por todas partes. En apenas 200 horas, cualquiera puede ser un profesor de yoga. Y tal vez ese es el problema actualmente.
El hecho de que todo el mundo pueda ser profesor de yoga no es lo que me molesta. Lo que encuentro inquietante es que tras un corto curso de 200 horas y armados de un certificado, graduemos “profesores” que muy frecuentemente no tienen las herramientas para realmente enseñar la ciencia del yoga.
Para resolver este asunto, le pido lo siguiente a todos los profesores de yoga: ¡Paren de enseñar yoga! Pero no me callen tan pronto. Permítanme elaborar esta idea. Cuando empecé a enseñar yoga solía estar muy nerviosa en mis clases. Todos los días me preguntaba: ¿Les gustara mi clase? ¿Qué pasaría si se me olvida lo que sigue durante la kriya?¿Qué pasaría si no sé la respuesta a todas las preguntas? ¿Qué pasaría si olvido el nombre en sanscrito de una asana? Por esa época le conté estas preocupaciones a una amiga, karma yogui, y mi futura instructora. Ella me dio el mejor consejo que se le puede dar a un profesor de yoga novato:
“No te preocupes por enseñar. Simplemente comparte tu práctica”