Tan importante como cualquier otra postura de yoga es shavasana, la postura del muerto. Con ella aprendemos a rendirnos con gracia, a tomar consciencia de nuestro cuerpo como de una situación, sin pretender cambiarla.
Hace unos años leí que una de las escenas más difíciles para un actor es aquella en la que tiene que hacerse el dormido y despertar luego. Saber relajarse, sin dormirse, es una competencia que rara vez desarrollamos. Entrar y salir de un estado de relajación profunda, requiere cierto nivel de esfuerzo: la voluntad de rendirse.
Sobre el tapete, boca arriba, brazos relajados a cada lado de cuerpo, palmas mirando hacia cielo, piernas ligeramente separadas, pies sueltos. Llevas la atención lentamente al peso del cuerpo, relajas la mandíbula, la lengua. Puede que por momentos sientas tensión en algún lugar y necesites ajustar la postura para relajarla aún más. La idea es encontrar o crear desde adentro la quietud. Permitirse una entrega sin movimiento. Los muertos no se mueven.
Shavasana puede preceder, finalizar o ser una postura intermedia en una secuencia de yoga. Según el momento la instrucción será diferente por parte del Maestro. Una buena forma de incorporarla a tu vida diaria y experimentar sus beneficios es hacerla justo antes de un cambio de actividad. En lugar de hacer siesta, por ejemplo, puedes hacer Shavasana. Practícala aisladamente, sin necesidad de otras posturas o técnicas de respiración, sin dormirte, en total consciencia, juega a abandonar el peso del cuerpo.
¿No puedes hacer nada respecto a algo en particular? No hagas nada. Ríndete voluntariamente. Confía. Entra en Shavasana. En ocasiones no tomar acción es el paradójicamente el único paso a seguir y la aceptación de una circunstancia es un acto de amor. Eso enseña Shavasana. Tan sólo 10 minutos bastan para que explores tu capacidad de entrega, en especial cuando la frustración te invade a causa de alguna circunstancia que no puedes cambiar.
Shavasana permite que la información generada por las demás posturas sea integrada. Cuando te llevas a hacer un movimiento nuevo, las neuronas crean nuevos caminos que el cuerpo reconocerá cuando regreses al mat. La práctica se hará más fácil. Lo que cultivas, crece. El prana, la energía vital en movimiento, impregna el cuerpo a niveles más profundos, mientras el oxígeno viaja a través del torrente sanguíneo. Relajarse es justamente tomar consciencia del cuerpo y esa consciencia lleva a una sabiduría: el autoconocimiento.
Nada que hacer. Nada que alcanzar. Nada que demostrar. La muerte es un destino seguro como lo es la fuerza de gravedad. No solo la muerte del cuerpo, la muerte del ego. Allí donde ser es suficiente. Donde justamente ya no somos. Donde morimos sin morir. Eso es shavasana. Relajación lúcida, entrega voluntaria y sin temor. ¿A qué te entregas? ¿Qué te sostiene?